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Nuestra Señora de las Nieves
Ruega por nosotros y por nuestras familias
Grupo de Adoración EucarÃstica
En la EucaristÃa el Hijo de Dios viene a nuestro encuentro y desea unirse a nosotros; la adoración eucarÃstica no es sino la continuación obvia de la celebración eucarÃstica, la cual es en sà misma el acto más grande de adoración de la Iglesia. Recibir la EucaristÃa significa adorar al que recibimos. Precisamente asÃ, y sólo asÃ, nos hacemos una sola cosa con Él y, en cierto modo, pregustamos anticipadamente la belleza de la liturgia celestial.
La adoración fuera de la santa Misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebración litúrgica. En efecto, sólo en la adoración puede madurar una acogida profunda y verdadera. Y precisamente en este acto personal de encuentro con el Señor madura luego también la misión social contenida en la EucaristÃa y que quiere romper las barreras no sólo entre el Señor y nosotros, sino también y sobre todo las barreras que nos separan a los unos de los otros.
La adoración es una gracia, un regalo de la generosidad inagotable de nuestro Dios, que de mil modos quiere atraernos hacia su amor. Él nos infunde el deseo de amarlo por ser quien es, porque es bueno y porque todas sus obras, incluso las que no entendemos o no nos gustan, están selladas por su sabidurÃa y su compasión.
Adoramos a Jesús en la Sagrada EucaristÃa, porque en ella tenemos su presencia más perfecta en esta tierra, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

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